Quién es el lobo solitario de Wall Street y qué aconseja para tener éxito

Su nombre no es demasiado conocido en el mundo de las finanzas, pero sus principios fueron y son tenidos muy en cuenta por los gurúes del mercado

Educación Financiera Mariano Garcia 24 de mayo de 2020
bernard-baruch
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Con este sobrenombre se conoció a Bernard Baruch, un personaje de las finanzas quizás no demasiado estudiado por el gran público, pero una figura descollante en los ámbitos bursátiles neoyorkinos, que para los entendidos alcanzó estatura de leyenda de la finanzas en la primera mitad del siglo XX.

 No por nada, más de una vez es mencionado por los actuales gurúes, como Soros o el mismo Warren Buffett, como fuente de inspiración. 

Nació en 1870 y falleció en 1965. Fue un financista norteamericano, que se destacó como inversor bursátil y luego como asesor presidencial, en los gobiernos de Wilson y Roosvelt, siempre en materia económica. En 1889 se graduó en el City College of New York y comenzó su actividad como broker en Housman and Company. Luego de un corto perí­odo, con las ganancias obtenidas accedió al New York Stock Exchange, al comprar una acción en u$s18.000.

A partir de ese momento comenzó a ganar gran reputación como operador independiente, por lo que se lo comenzó a conocer como "el lobo solitario de Wall Street". Ya hacia 1910 era uno de los lí­deres indiscutidos del mercado. Con posterioridad a la Gran Depresión amasó una gran fortuna especulando en el mercado del azúcar.

Las reglas que llevaron al éxito a Baruch y lo convirtieron en una leyenda, gozan de total actualidad. Bajo la lupa, las claves del lobo solitario de Wall Street:

-Acertar es complicado, pero las consecuencias de los errores se minimizan si uno es disciplinado con los stop-losses. Esa es la primera norma que uno se tiene que autoimponer.

-"Los precios de las acciones, las commodities y las obligaciones se ven afectadas por prácticamente todas y cada una de las cosas que ocurren en el mundo…lo que registran esos precios no son lo propios acontecimientos, sino las reacciones humanas a esos acontecimientos, la forma en que, a juicio de millones de personas, esos acontecimientos van a influir en el futuro".

-Fí­jate en lo que realmente hace el mercado, no en lo que tú crees que debe hacer. Las opiniones conducen a errores. Los hechos no.

-No hay que tener miedo a las pérdidas. Permiten adquirir conocimiento, experiencia y disciplina.

-Si una acción no te deja dormir, algo falla. Véndela.

-El mercado siempre ofrece oportunidades. Monitorea de cerca las nuevas industrias o los cambios que pueden relanzar una industria existente.

-El éxito nunca viene de la noche a la mañana. Para alcanzarlo hay que invertir tiempo y dinero.

-El éxito se deriva de observar el futuro y ser capaz de anticiparse a él.

-El pensamiento humano es más poderoso que cualquier tecnologí­a. Tómate tiempo para pensar antes de actuar.

-El éxito nace del análisis objetivo, frí­o y distante de los hechos y de la capacidad de separarlo del sentimiento del mercado.

-Conócete a ti mismo y controla tus emociones. Saber tus prejuicios, debilidades y pasiones te ayudará a evitar errores.

-Mejor concentrarse en unas cuantas acciones y seguirlas de cerca, que diversificar sin ton ni son. Enfoca tu talento.

-Desconfí­a de las recomendaciones de otros y básate en tu propio juicio. Eres el único responsable de tus errores y fallos.

-Busca compañí­as con buenos activos reales, que produzcan bienes demandados y valorados y que tenga un buen equipo gerencial. Esto suena a Buffett.

-Saber anticipar su éxito o fracaso es fuente segura de éxito. Esto, por el contrario, le aleja de Buffett.

-Mantén permanentemente una parte relevante de tu cartera en liquidez para poderte aprovechar de los crashes.

-Es más importante saber vender que saber comprar. Implica disciplina tanto para no buscar ganancias más allá de lo que indica el sentido común (avaricia) como para vender con pérdidas (fin de la esperanza). A la hora de ganar, es mejor vender pronto que tarde.

-"No esperes tener razón todo el tiempo. Si has cometido un error, limita tus pérdidas lo más rápidamente posible".

Pero no todo termina aquí­, ya que en muchas ocasiones una decisión de invertir, por grande o pequeño que sea el monto en juego, suele resolverse más con el estómago o la intuición que por un estudio pormenorizado de la cuestión.

Claro está que operar "con el estómago" tiene sus riesgos, más en terrenos desconocidos o sobre los que no se tiene demasiada información. Es por ello que los consejos de Baruch se pueden complementar con los siguientes, propuestos por Jason Zweig:

-Piense dos veces: tomar una decisión financiera cuando está enceguecido ante la perspectiva de una enorme ganancia -o una gran pérdida- es una pésima idea. Debe mantener la calma, pasee o haga ejercicio y reconsidere nuevamente la situación una vez que haya pasado el calor del momento.
-Evite "ir a lo seguro": su rostro suele iluminarse ante la perspectiva de ganar mucho, y eso, a la larga entorpecerá su habilidad para calcular de manera realista las probabilidades de éxito de una inversión. No baje la guardia cuando un representante de ventas intente engañarlo con la tí­pica jerga triunfalista como "duplica tu dinero", "no puedes perder" y "el cielo es el lí­mite."
-Recuerde: un rayo nunca golpea dos veces: si ha obtenido alguna vez una gran ganancia, lo más probable es que se sienta tentado a repetir. Tenga especial cautela con las acciones o fondos comunes de inversión que le recuerden a aquel valor que antes le hizo ganar una fortuna; las posibilidades de que ocurra lo mismo con la nueva inversión son fortuitas.
-Guarde bajo llave su "dinero audaz": considere invertir al menos el 90% de su dinero en inversiones de bajo o mediano riesgo. El 10% restante arriésguelo en un negocio especulativo, pero asegúrese de que este "dinero audaz" se encuentre en una cuenta separada de tus inversiones a largo plazo. Nunca los mezcle y nunca agregue más dinero a su cuenta especulativa.
-La palabra antes que la imagen: las imágenes y los sonidos intensos -las flechas en rojo que indican una caí­da o los tumultos que se forman en la Bolsa de valores- disparan sus emociones, por el contrario, los sí­mbolos lingüí­sticos activan las áreas analí­ticas de su cerebro. Para prevenir que sus impresiones inmediatas lo lleven al pánico y lo venda todo, analice friamente la situación.
 

Posiblemente esta guí­a no le asegurará el éxito en sus inversiones, pero al menos es una buena referencia para evitar caer en lugares que otros evitaron con gran suceso. Por algo Baruch, con sus máximas, logró reconocimiento entre sus pares, nada menos que en plena crisis del ´30.

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