La odisea de Wall Street continúa y el camino se hace cuesta arriba

La economía goza de buena salud, aunque ya no exagera y el covid la ronda. Mil plagas convergían sobre los mercados y ahora se complicó.

Educación Financiera Por: Aldana Reinoso 05 de octubre de 2020
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Comenzó la elección presidencial. Más de 3 millones de ciudadanos de los EE.UU. ya emitieron su voto, una cifra que nunca se había alcanzado a esta altura del proceso, pero que no debe sorprender. Marca a las claras el interés de la población por participar en la contienda política. La noticia bomba fue otra, que el covid-19 tomara partido. Eligió a Trump-Trump, el presidente y su señora (y buena parte de su séquito), cuando sólo resta un mes para el cierre de los comicios. Examinado el candidato demócrata, Joe Biden, que conserva el distanciamiento social y aumentó el electoral, se corroboró su voto no positivo. Quién ganó el fogoso debate, podría uno preguntarse. El “virus chino” pateó el tablero y se quedó con la última palabra. En un santiamén, convirtió a Trump en el hombre débil sobre el campo de batalla. Y ya era el que corría a la zaga. De urgencia, Washington debe rehacer contra reloj los planes de campaña. ¿Será que el presidente en ausencia puede remontar vuelo si captura una corriente de aire compasiva? Recen por él: todo es posible en 2020.
 
Mil plagas convergían sobre los mercados y ahora se complicó. Hay que sumar a Trump en estado febril, y dejar mucho espacio en blanco. Es fácil pensar en una cascada de percances que agravarían el asedio. ¿Cómo respondió Wall St.? Mal, pero con calma. Visto con filosofía es lo mejor que le podía pasar a un presidente hospitalizado con ansias de reelección. Que por lo menos se lo extrañe. Si Biden va a ser una desgracia, como gusta recalcar, es el momento de poner en escena un tráiler, un adelanto tenebroso en los mercados financieros que lo ratifique. Nada ocurrió todavía. La reacción instantánea a la noticia fue un salto a la baja, pero la caída final fue más atenuada. Y nada demasiado especial. Conste además que la decepción fue doble. También pesó que la promesa de un acuerdo para extender el paquete fiscal haya quedado en ascuas. Y, por último, pero no menos trascendente, lo que sí cayó fuerte el viernes -Tesla, tecnológicas y el crudo- conlleva un mensaje tácito de Biden triunfante.


La economía goza de buena salud, aunque ya no exagera y el covid la ronda. En septiembre, el mercado laboral creó 661 mil nuevos puestos netos. Sin ser modesta, es la menor cifra desde que comenzó la recuperación en mayo y señala un camino cada vez más cuesta arriba. La tasa de desocupación se redujo del 8,4% al 7,9% pero se advierte una caída del 0,3% de la participación laboral, que relativiza la mejoría. La pandemia deja ver sus huellas. Los desempleados temporarios han vuelto al trabajo, pero crecen los permanentes. Preocupa la desaceleración cuando hay 11 millones de empleos menos que antes de la peste. Se comprende así la insistencia de la Fed por lograr que los políticos reaccionen a tiempo con una inyección de estímulo fiscal que tonifique los bríos antes de que se apaguen. Con una segunda ola del virus que luce inevitable más vale prevenir la anemia que curarla. Ya bastante se enfriarán los animal spirits si sobreviene una interminable discusión por el escrutinio electoral. Rota la burbuja sanitaria de Trump, se diría que Wall St. está más amenazada que nunca desde que comenzó el rally el 23 de marzo. Ver a los demócratas jugar con la necesidad del secretario del Tesoro de conseguir el bendito acuerdo fiscal da la impresión de que prefieren dejar las cosas como están. Por supuesto, no se tiene que notar.

Pero, ¿para qué ayudarlo a Trump en su lecho de enfermo reviviendo a la economía? Mejor tomarse un tiempo, congelar el statu quo y que la gente ansíe que Biden sea el vencedor para que aplique su gran programa de expansión de u$s2,2 billones extra.
 

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