Señalan que, a pesar de la sequía, no sería necesario importar trigo

Si bien los stocks se ubican en niveles muy bajos, habría cereal disponible como para empalmar con la próxima cosecha.

Agronegocios Por: CPN Guillermo F. Williams 10 de noviembre de 2022
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Un informe de la AACREA estimó que las pérdidas económicas generadas por la sequía y las heladas en la campaña de trigo y cebada ascenderían a los u$s2.500 millones.
 
El reporte, elaborado por las áreas de Agricultura y Economía de la entidad, señala que el rendimiento promedio del trigo a nivel nacional sería de 22,1 quintales por hectárea, una cifra 27,7% menor a la estimada cuando comenzó la campaña de granos finos.

Al día de hoy, la proyección de producción nacional 2022/23 de trigo es de entre 12 y 13 millones de toneladas pero se estima que quedaron millones de toneladas en el camino a causa de las inclemencias del clima. Lo que ocurre con el trigo es un desastre productivo sobre el que se hablará desde ahora y hasta fin de año. Gustavo Idígoras, titular de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), aseguró que en el caso del trigo “perdimos hasta ahora 9 millones de toneladas por la sequía. Estamos en una calamidad climática y esto va a afectarnos a todos”.

Ese “todos” involucra a exportadores, molineros, productores y demás actores de la cadena comercial pero, según Idígoras, es notoria la preocupación de quienes tienen compromisos firmados con compradores del exterior y no saben si podrán cumplir con los contratos.


Vale recordar que para evitar una escalada de precio del cereal producto de una oferta reducida, la Secretaría de Agricultura permitió reprogramar (no suspender) sin penalidades los embarques por un año, pero el resultado de estas negociaciones se conocerá más adelante puesto que surgirán del diálogo entre exportadores locales y compradores de distintos lugares del mundo y del avance que tenga la cosecha en nuestro país.

Números de la campaña
En cuanto a los datos y las existencias del cereal, la campaña pasada dejó trigo disponible por 22,5 millones de toneladas: sobre ese total, los exportadores compraron 18 millones de toneladas y los molinos otras 4,5 millones para industrializar. Así se llega hasta el día de hoy y si bien pareciera que faltará trigo porque ya se comercializó todo lo que se podía, cuando la lupa se posa sobre las ventas de los exportadores surge que solo se enviaron al exterior 15 de las 18 millones de toneladas y por lo tanto habría 3 millones de toneladas de granos en manos de distintos tenedores.

Independientemente de quienes tengan esos 3 millones de toneladas de trigo, con esa cifra se podría lograr un empalme con la campaña nueva, que comenzará a fin de año en las zonas más productivas puesto que la sequía le pegó fuerte a los primeros trigos que llegan desde el norte.

En cuando a la campaña 2022/23, el Gobierno -apremiado por la falta de dólares- permitió entre marzo y abril de este año anotar exportaciones por 8,8 millones de toneladas de un trigo que por entonces ni se había sembrado y sobre el cual meses más tarde caería la feroz sequía que hoy padecemos. Si a los 8,8 millones de toneladas se le suman los casi 7 que se requieren para el mercado interno, los números no cierran porque la campaña con mucho viento a favor nos dejará 13 millones de toneladas de trigo.Lo que sorprende de estos números es que, de los 8,8 millones de toneladas, solo se compraron 5,4 millones de toneladas. Según distintos analistas del mercado, es probable y muy entendible que los exportadores hayan anotado ventas para asegurarse un cupo para exportar en un contexto de constante cambio de las reglas de juego por parte del Gobierno donde siempre sobrevuela la posibilidad de limitar las exportaciones o intervenir en el mercado.Por ahora resta esperar que se confirme una buena producción en el sur de la provincia de Buenos Aires para que las estimaciones de trigo no sigan en caída. Pero también habrá que aguardar la “letra chica” de la resolución que prorroga los embarques de trigo al exterior y la obligatoriedad de que los productores cumplan con los contratos de entrega de grano, ya que por ahora nadie sabe cómo serán las condiciones comerciales para la campaña del año próximo.