Las cuatro claves por las cuales el dólar blue todavía tiene margen para seguir subiendo

El mercado debate los motivos de la disparada cambiaria y hasta dónde puede subir el mercado paralelo. Hay motivos para que la presión continúe

Novedades Por: CPN Guillermo F. Williams 20 de abril de 2023
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Es la pregunta que se hace el mercado en estos días: ¿se justifica la escapada que tuvo el dólar blue? Y, en todo caso, ¿hay margen para que continúe en ascenso? La realidad es que hay varios motivos por los cuales los analistas creen que todavía hay mucho recorrido alcista, algunos de estos factores son de índole estrictamente financieros y otros vinculados al clima político. A continuación, un detalle de las claves por las cuales hay que esperar que el camino del blue continúe su curso ascendente.

1. Retraso frente a la inflación
 

En realidad, lo sorprendente no es el precio actual sino que no esté más alto y no haya aumentado antes, dado que el blue, que históricamente ha seguido a la inflación, venía avanzando a una velocidad notablemente más lenta que el resto de los precios de la economía.

Es una explicación en la que coinciden los funcionarios del equipo económico del Gobierno y los economistas más críticos. Si bien puede haber fluctuaciones estacionales típicas -por ejemplo, que caiga el blue en momentos de alta afluencia de turistas extranjeros, o sobre fin de año cuando las empresas necesitan hacerse de pesos para cumplir obligaciones financieras-, en el largo plazo el tipo de cambio del paralelo suele seguir a la inflación.

 
Era algo que se había alterado desde hacía varios meses, más concretamente desde la asunción de Sergio Massa en el ministerio de Economía, gracias a una serie de medidas destinadas a calmar el frente cambiario.

Es así que el dólar blue quedó retrasado frente a la inflación. Hay varias formas de medir cuánto es ese retraso, según la fecha que se tome como referencia. Si se considera el momento en que asumió Massa, cuando el blue cotizaba a $282, entonces hoy el dólar debería cotizar a $470, dado que la inflación acumulada desde agosto del año pasado es de 67%.

Si se considera sólo el retraso de los primeros tres meses de este año, los números también son elocuentes: al 31 de marzo el blue cotizaba a $393, apenas un 13,5% frente a una inflación acumulada de 21,7%.

En cambio, si se toma como referencia a diciembre de 2021, que es la fecha que el Fondo Monetario Internacional pidió, en su acuerdo "stand by", que se mantuviera para referencia del tipo de cambio oficial, también hay un retraso notorio. En aquel momento, el blue cotizaba a $208 y el dólar oficial a $102. Desde ese momento, la inflación acumulada es de 143%, por lo cual, si la política cambiaria hubiese seguido a los precios, el dólar oficial tendría que cotizar a $247 y el blue a $505.

También puede hacerse la comparación respecto de la primera crisis cambiaria que enfrentó el ex ministro Martín Guzmán en julio 2020, cuando el blue tocó $139 y el Gobierno restringió severamente la ventanilla de compra de dólares al precio oficial, ante la rápida erosión que se estaba viendo en las reservas. Si el blue hubiese mantenido aquel nivel, hoy cotizaría a un impactante $580, dada la inflación de 318% acumulada desde aquel momento.

 
Los ejemplos pueden seguir hasta el infinito, y siempre el resultado dará que el blue tiene un precio inferior a su nivel "teórico" si hubiese estado a tono con el resto de los precios, algo que el consenso de los economistas indica que, tarde o temprano, debe ocurrir.

 2. El fracaso del "dólar agro"
 

Una gran cantidad de economistas sigue considerando que, dado el carácter bimonetario de la economía argentina, la forma de determinar el valor de equilibrio del dólar debe comparar las reservas del Banco Central y los pesos en circulación y en depósitos bancarios.

Las cifras pueden variar, dependiendo de si sólo se usa para la cuenta la base monetaria o si también se agregan letras del Banco Central y otros pasivos. Pero, con variaciones, los economistas que siguen ese indicador fijan hoy el valor de equilibrio del dólar en $470. Es decir, el blue todavía tendría un margen de suba de 12%.

Algunos, como el consultor Salvador Di Stefano, creen que ese puede ser el "techo", porque en ese valor la brecha entre el paralelo y el oficial se ubicaría en 120%, que es el punto a partir del cual se produce la "toma de ganancias". Es decir, los que tienen dólares se tientan como para salir al mercado y embolsar la diferencia.

Sin embargo, se trata de una cifra con posibilidades de empeorar, por el crítico estado de las reservas del Banco Central. Y ahí el punto central es el pobre resultado que está dejando la tercera edición del "dólar soja".

Massa, que había sacado dos "conejos de la galera" en septiembre y en diciembre, recaudando respectivamente u$s8.000 millones y u$s3.000 millones, hizo su tercer intento para reforzar las reservas en un invierno particularmente malo, porque la sequía del campo redujo la cosecha de soja a 23 millones de toneladas, cuando el año pasado el volumen había sido de 43 millones.

Pero lo más grave es la desavenencia entre los productores sojeros y las empresas exportadoras respecto del precio. A diferencia de lo ocurrido en las otras dos ediciones del programa de incentivo, ahora la diferencia es casi insalvable, porque los productores aspiran a una precio de $115.000 por tonelada, mientras las empresas aceiteras ofrecen poco más de $90.000.

Traducido a dólares, los productores, que aspiraban a obtener un precio de u$s383, deberían resignarse a vender por sólo u$s310, según la estimación que hizo el economista Salvador Vitelli, analista del mercado agropecuario.

"El principal problema deriva en que estos esquemas distorsivos rompen el sistema de precios convencional al que está acostumbrado el mercado, generando fuertes desarbitrajes entre los distintos productos", señala Vitelli, que se muestra escéptico sobre que el Gobierno logre su objetivo de recaudar u$s9.000 millones con el nuevo programa.

De momento, se lleva liquidados por el "dólar agro" u$s998 millones, una cifra baja en comparación con las dos experiencias anteriores -de hecho, es menos de la mitad de lo que se había conseguido en el arranque del primer "dólar soja". Esto incluye jornadas como la del miércoles, en que no hubo nada de venta, una situación que puso nerviosos a los funcionarios, que a su vez presionaron a la cámara aceitera CIARA para que aclarara en un comunicado que piensa seguir exportando.

Para colmo, de los dólares que se exportan, el Banco Central apenas está reteniendo un 27%, dada la presión del mercado por quedarse con divisas para importar.

Lo cierto es que, en un momento de escasez aguda de reservas, el mercado está decodificando que la gran apuesta de Massa para capear la tormenta cambiaria podría terminar en un fracaso. Los productores dan muestras de mantener una actitud cautelosa y aguardar a un tipo de cambio que les resulte más conveniente.

Ese marco lleva a que en el mercado financiero se exacerben las conductas defensivas. Es decir, las corridas hacia el dólar como refugio, ante la perspectiva de que al Gobierno le resulte difícil poder sostener el tipo de cambio sin vaciarse de reservas.

3. La demora en la suba de tasas
 

Ante cada escapada inflacionaria, la expectativa del mercado es la de un ajuste en las tasas de interés: se lo considera una secuencia lógica, dado que si no se mejora la remuneración a los ahorristas se arriesga una salida de depósitos desde los plazos fijos.

De hecho, los períodos de tenencia de dinero en los bancos se están achicando, y el plazo promedio ya se limita a 50 días. Los depósitos de los minoristas se están achicando a un ritmo de 4,2% mensual. Y los economistas hablan sobre la agudización del temido fenómeno de la caída en la demanda de dinero: la relación entre la base monetaria y el PBI cayó a un mínimo histórico de 5,2%.

Es decir, ante la perspectiva de una pérdida patrimonial, los ahorristas abandonan los pesos y se refugian en otros activos, típicamente el dólar. Con una tasa nominal de 78% anual, quien coloca pesos en el banco obtiene un 6,5% mensual, una cifra que ya pierde contra una inflación que en marzo registró un 7,7%.

Llevada a proyección anual -es decir, capitalizando los intereses- la tasa que ofrece el sistema bancario lleva a un 113%, una cifra que ya está por debajo de las expectativas de inflación para los próximos 12 meses. Pero si se proyecta a un año el IPC registrado en marzo, eso da una inflación acumulada de 143%.

Lo cierto es que la especulación sobre una inminente suba de tasas de interés está en el mercado desde hace meses, y ha sido objeto de controversia política. Es elocuente la divergencia de criterios entre el BCRA y el ministerio de Economía, que a través del Tesoro ofrece tasas mucho más altas -que llegan al 99% en las licitaciones para renovar deuda-.

La suba de tasas, si bien es vista por el mercado como la reacción lógica ante la suba inflacionaria, también enfrenta muchas resistencias políticas, dado que es una medida típicamente recesiva, en un mercado donde el crédito bancario al sector productivo se está reduciendo a un ritmo de 14% anual.

De todas maneras, se espera que, tras la escapada del blue, haya un retoque de las tasas. Pero claro, a esta altura queda la incógnita sobre cuál es la cifra que resulte atractiva para que los ahorristas se mantengan en pesos en un contexto político enrarecido.

4. Los rumores y el clima electoral
 

Como siempre, el factor político está íntimamente ligado a la evolución del dólar paralelo. Ya el solo hecho de que se esté transitando el año electoral hace que el público adopte una actitud defensiva, como ha quedado demostrado en todas las campañas de los últimos años.

Pero este año, en particular, intervienen otros factores que agudizan los temores. Entre los puramente políticos, destaca el debate público en torno a la "economía bimonetaria", la eventualidad dolarización, una neo-convertibilidad o a la reforma en el rol del Banco Central. Son temas de los cuales han hablado casi todos los candidatos, desde Javier Milei hasta Cristina Kirchner.

Pero, además, en los últimos días se agregaron otros factores económicos, como el regreso de la "inflación en dólares", por el cambio de política respecto de la tasa devaluatoria del Banco Central. En otras palabras, luego de cuatro meses en los que el dólar le ganaba a la inflación, este año se quebró la tendencia y otra vez se nota una tendencia a usar al tipo de cambio oficial como ancla de la inflación.

En lo que va del año, frente a una inflación del 21,69%, el "crawling peg" fue de apenas 17,86%. Si esa tendencia se mantuviera a lo largo de todo el año, se terminaría con una inflación en dólares de 13,6%, lo que supone un severo agravamiento en la pérdida de competitividad de la economía, porque encarece las exportaciones y abarata las importaciones, exactamente lo inverso que se busca hacer en un momento de escasez de divisas.

Este hecho dio pie a que creciera el rumor sobre la revisión del Fondo Monetario Internacional, que históricamente ha estado en contra de usar anclas cambiarias. La versión que puso nervioso al mercado es que el staff técnico del organismo no estaría dispuesto a dar el apoyo financiero que está pidiendo Massa si no se cumple antes con una condición muy difícil desde el punto de vista político: una devaluación. El último reporte del Fondo establece que la sobrevaluación del peso podría estar en torno del 20%.

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