Brecha cambiaria: qué marca superó, cómo impacta y de qué manera se cierra

En la historia Argentina, las brechas cambiarias superiores al 70% tuvieron una permanencia promedio de 3,5 meses. Hoy lleva cinco meses y mantiene elevadas las expectativas de devaluación, pese a que el tipo de cambio se encuentra 18% más alto que con la salida del último cepo.

Educación Financiera Por: Aldana Reinoso 23 de septiembre de 2021
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La brecha cambiaria entre el dólar blue y el mayorista lleva dos meses y medio sin perforar el piso del 80%. La última vez que lo hizo fue el 7 de julio, y en el medio registró picos de 92%. La diferencia entre el mayorista y el contado con liquidación intervenido arroja una imagen similar: lleva cuatro meses sin caer debajo del 70%.

La brecha cambiaria supone hoy uno de los principales desequilibrios que enfrenta la Argentina. El hecho de que permanezca en estos valores mantiene elevadas las expectativas de devaluación, elemento que desincentiva la liquidación de divisas y adelanta la demanda de importaciones, en una economía necesitada de dólares. Entre las distorsiones deben anotarse también que una brecha cambiaria en estos niveles traba el crecimiento y reduce la productividad de la economía.

Pero el problema con la brecha cambiaria actual no es solo su elevado nivel, sino también su persistencia en el tiempo. En la historia Argentina, indica el estratega de renta fija de Consultatio Francisco Mattig, las brechas cambiarias superiores al 70% tuvieron una permanencia promedio de 3,5 meses. Pero ahora, si se toma la brecha mensual promedio entre el CCL y el mayorista, el país lleva cinco meses consecutivos por encima de esos niveles. Incluso, la brecha fue superior al 70% en 14 de los últimos 17 meses (solo quedó por debajo durante el período entre febrero y abril de este año).

Juan Ignacio Paolicchi, economista de Empiria explica que la consecuencia de que la brecha persista en estos niveles es que "todos quieren llevarse los dólares del Banco Central y nadie quiere ofrecerlos al mercado".

"Los importadores demandan todos los dólares posibles y los exportadores no liquidan tanto como lo harían en un escenario de tipos de cambio unificados. Eso genera una demora en las exportaciones, mientras las restricciones traban la dinámica de importaciones, frenando el crecimiento y reduciendo la productividad", advierte.

Para Federico Furiase, director de Anker, el motivo por el que la liquidación de la cosecha se mantuviera en niveles récord este año obedeció al rally en los precios de las materias primas y a que las expectativas de devaluación del oficial que viajaba muy por detrás de la tasa de interés. Eso, dijo, "incentivó la liquidación, más allá del alto nivel de brecha cambiaria".

Estos factores parecen haberle restado urgencia a que se comprima la brecha. Pero Mattig cree que "es muy difícil que una brecha de más del 70% perdure por dos años consecutivos, ya que termina por erosionar la capacidad de acumulación de divisas de la economía".

Según se desprende del proyecto de Presupuesto 2022 que ingresó la semana pasada al Congreso, el Gobierno no tiene pensado acelerar demasiado el ritmo de crawling peg el año próximo. El Ejecutivo planteó allí un dólar de $ 131,10 para diciembre de 2022, lo que implicaría una pauta de depreciación del tipo de cambio nominal apenas superior al 28%.

    
La compresión, por lo tanto, no llegaría por el lado de un salto abrupto del tipo de cambio. "La brecha lo que refleja es el desequilibrio monetario y cambiario. El tipo de cambio oficial, en términos reales, está 18% por encima de los niveles que exhibía a la salida del cepo a fines de 2015. Es decir, una devaluación del oficial en este contexto no necesariamente bajaría la brecha: al contrario, incluso podría llevar a un escenario de mayor inflación, tensión financiera y no resolvería el problema", explica Furiase.

"Lo que creemos es que la brecha se baja por las buenas o no se baja. ¿Qué es por las buenas? Que bajaría en un escenario de acuerdo con el FMI que genere expectativas positivas en términos de un programa fiscal y monetario consistente", añadió.

Para Mattig, en tanto, la convergencia "necesariamente tiene que ser un punto medio entre un ajuste del denominador de la brecha (el tipo de cambio oficial) y el numerador (el tipo de cambio paralelo)".

En ese sentido, consideró: "Claramente todo el ajuste no puede venir por una devaluación del oficial, porque derivaría en una crisis mayor dado el traspaso a precios del tipo de cambio y el deterioro de todas las métricas de solvencia. Por eso es que necesariamente tiene que haber una ayuda del tipo de cambio paralelo y eso se logra planteando un programa con el FMI consistente y cumpliéndolo".

El otro período tan largo en el que se mantuvo la brecha por encima del 70%, advirtió Mattig, fue el que transcurrió entre agosto de 1974 y diciembre de 1975. Dicha etapa, recordó, incluyó el Rodrigazo y fue seguido de otra devaluación de 150%.
 

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